jueves, 12 de abril de 2012

La santificación (Parte 2)


  1. SIGNIFICADO CONSECUENTE O COMPLEMENTARIO.

Es el lavamiento y purgación, de la contaminación moral. Esta es una experiencia progresiva. No es semejante a la Justificación, que es un acontecimiento ocurrido una sola vez (no hay grados de progreso en la Justificación). La Santificación, es un tanto crisis, como también, proceso. Existe la Justificación posicional, pero no la Justificación progresiva. La Santificación, contiene tres factores de tiempo o aspectos o fases distinguidas, así…
  1. Acto inicial o posicional.
En el momento cuando la persona nace de nuevo, es “santificada”. “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios” (1 Corintios 6.11). “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo”. Esta, es la santificación posicional. Es en ese momento cuando la santidad del Señor Jesucristo, es imputada en el creyente. Pero, todavía no es santo, en su diario vivir; sin embargo, la santidad del Señor Jesucristo, ha sido depositada o dispuesta a su favor. De esta misma manera, es semejante la justicia del Señor Jesucristo, colocada a favor del creyente, cuando es justificado.

El Señor Jesucristo ha hecho al creyente, tanto justificación, como santificación. “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1.30). Por lo que hay una diferencia entre justificación y santidad. La justificación, es una manifestación legal y está relacionada, con la rectitud del creyente. Se aplica a la conducta y lo que la persona realiza.


Ahora, en el caso de la santidad; ella está relacionada directamente con el carácter; es decir, lo que la persona es. Los creyentes son llamados santos, en el momento en que son salvos. “…a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:…” (1 Corintios 1.2). Es decir, literalmente llamados santos. Sin embargo, los hermanos Corintios, estaban lejos de ser la iglesia perfecta. Fueron acusados de ser carnales, como también, fueron culpables de numerosos y horribles pecados. Esta situación se convierte en una ilustración práctica, del primer aspecto de la santificación. Eran posicionalmente santos, por la santidad del Señor Jesucristo, imputada en ellos; pero, estaban muy distantes, de manifestar su santidad, en la vida práctica. En 1 Corintios 1.8, el apóstol Pablo les califica de irreprensibles; pero, en el resto de la carta, los culpa de todo mal comportamiento.

Los siguientes textos, fortalecen todo el argumento de este punto: “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso:…” (Efesios 1.1). “…a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo” (Colosenses 1.2). “Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo:…” (Judas 1).

La base de esta santificación, es el sacrificio del Señor Jesús en la cruz. “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10.10). “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta” (Hebreos 13.12).
  1. Proceso práctico.
El apóstol Pablo, se refiere a los hermanos de Tesalónica, como: santificados. “Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,…” (2 Tesalonicenses 2.13). Sin embargo, ora por la santificación de ellos. “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5.23). El apóstol reconoce, que estos hermanos eran santificados, en la santidad que les imputaba el Señor Jesucristo; pero necesitan, que esa santidad imputada, se realice progresivamente en su diario vivir cristiano evangélico.

De manera similar, se le enfatiza a los Colosenses. “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno, donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;…” (Colosenses 3.8-12). Los versículos 9 y 10, indican que ha sucedido algo en el creyente. Luego son amonestados, en los versículos 8 y 12. Ellos tenían algo posicionalmente, pero debían alcanzarlo de manera experimental, es decir vivirlo.

De esta manera, la santificación es considerada, como un proceso contínuo; a través de toda la vida del cristiano evangélico. No es algo negativo. Una persona no es considerada santa, por las cosas que no hace. La virtud, no puede ser juzgada por los vicios, de los cuales se abstiene el ser humano, Debe existir una conformación positiva, hacia el testimonio del Señor Jesucristo. Se debe observar como un crecimiento gradual, no hacia; sino, en la Gracia de Dios. “Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén” (2 Pedro 3.18). “Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2 Corintios 3.18). Romanos 8.29; Filipenses 1.6.

No se encuentra ninguna promesa en las Sagradas Escrituras, en la que un cristiano evangélico estando en vida; alcanzará un carácter, que le impedirá pecar. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1.8). Algunos maestros enseñan, que es posible tener la experiencia de la santificación, una segunda obra de gracia. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3.6). El corazón es purificado, limpiado y hecho santo. Es cambiado de esa naturaleza pecadora innata y de ese tiempo en adelante, las tentaciones vendrán de afuera; no desde lo interno del corazón santificado. Nadie jamás, llegará a ser perfeccionado, en esta naturaleza caída y confrontado por las tentaciones. Lo más importante, es que ya poseemos una victoria muy grande y gloriosa, después de ser santificados de manera posicional en el Señor Jesucristo; ahora la carne, tendrá de manera progresiva, que ir sujetándose al Señor Jesucristo, mientras estemos con vida y Él nos ayudará a vencer, si tenemos voluntad que querer hacerlo. De esta manera el pecado se va removiendo, poco a poco de nuestra vida.




http://enamoradosdejesucristo.blogspot.com/2012/04/la-santificacion-parte-3.html

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