martes, 8 de mayo de 2012

BENDICIONES DE NUESTRO SUMO SACERDOTE by David Wilkerson


La Biblia nos dice que cuando Cristo ascendió al cielo, Él tomó el

ministerio de Sumo Sacerdote de todos los que vienen a Él por la fe. "Este

hombre [Jesús], por cuanto permanece para siempre, tiene un sace  rdocio

inmutable" (Hebreos 7:24).



Jesús es inmutable: es el mismo ayer, hoy y siempre; mientras usted viva, Él

será su Sumo Sacerdote en el cielo, intercediendo a su favor, y Él será su

sumo sacerdote hasta que Usted vaya a casa para estar con Él.



Nuestro Sumo Sacerdote está sentado a la diestra del Padre, en la silla de

autoridad: "Tenemos tal sumo sacerdote, que se sentó a la diestra del trono de

la Majestad" (8:1). Nuestro Sumo Sacerdote tiene todo el poder y la autoridad a

su disposición.

Jesús está en la presencia del Padre en este momento e intercede por

nosotros. Él se enfrenta a nuestro acusador y dice: "¡Te reprendo, Satanás,

este es mío, porque ha sido rociado con mi sangre. Él está seguro y su deuda

ha sido pagada en su totalidad!" No obstante, creo que aun hay más para

aprender sobre el maravilloso ministerio de nuestro Sumo Sacerdote a favor

nuestro.



Era el deber y el privilegio del sumo sacerdote, en el Antiguo Testamento,

venir desde el lugar santísimo y bendecir a la gente. El Señor dijo a

Moisés: " «Habla con Aarón y sus hijos, y diles que de esta manera

bendecirán a los hijos de Israel. Les dirán:» ¡Que el Señor te bendiga, y

te cuide! ¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti

misericordia! ¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti

paz!"(Números 6:23-26). En otras palabras, después de que el sumo sacerdote

llevaba la sangre al lugar santísimo la rociaba en el propiciatorio, luego

agitaba el incienso, entonces debía salir frente al pueblo y bendecirlo.



Este es el ministerio inmutable de nuestro Sumo Sacerdote, Jesús dice: "Yo te

cubriré con mi sangre. Voy a interceder por ti ante el Padre y saldré y te

bendeciré."



Cuando el sacerdote del Antiguo Testamento hablaba esta bendición sobre el

pueblo, no era sólo un deseo; él no dijo: "Te deseo paz. Deseo que el Señor

haga brillar su rostro de ti." No, la bendición era respaldada por todo el

poder de Dios (ver Números 6:27).

Del mismo modo, cuando Jesús nuestro Sumo Sacerdote nos bendice, no sólo

desea nuestro bien. Él pronuncia su bendición con autoridad y ¡está hecho!


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