viernes, 29 de junio de 2012

A que se refiere la Biblia cuando dice "y no toquéis al ungido de Jehová"

En muchas ocasiones hemos escuchado decir a muchos cristianos evangélicos "No toquéis al ungido de Jehová" en relación a que no se puede decir absolutamente nada en contra de algún pastor o a alguno de estos nuevos apóstoles o profetas (que por lo demás no  tienen sustento bíblico). No se les puede cuestionar, no se puede poner en duda lo que dicen o hacen...en otras palabras son totalmente intocables.

Pero que quiere decir la Biblia realmente cuando menciona esto?

Primero veamos algunos pasajes de las Sagradas Escrituras donde se habla del ungido de Dios

“Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque él es el ungido de Jehová” (I Sam 24:6,10)

 “¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová y será inocente?” (26:9,11,16,23; II Samuel 1:14; los reyes de Israel no fueron coronados sino ungidos, por lo que se conocían como ungidos).


Ahora bien, sabemos por el Antiguo Testamento que en esa época había 3 clases de ungidos, a saber, reyes, sacerdotes y profetas y eso porque? la razón es que aún no había venido el Espíritu Santo por lo que su accionar era diferente a como lo es luego de de su venida en la fiesta de Pentecostes 



Entonces, ¿qué significa esta frase para nosotros hoy?  ¡Muy sencillo! Los cristianos no debemos “echar mano” físicamente a nuestros pastores, mucho menos matarlos. Sacarle más que eso de la frase, es manipular el texto y abusar de la Palabra de Dios.

            La misma frase aparece en Salmo 105:15: “No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagaís mal a mis profetas”. Aquí se refiere a los profetas y se prohibe hacerles violencia física. Los verdaderos profetas no eran nada populares con los poderosos, porque su mensaje era duro, y muchos murieron violentamente (cf. I Reyes 19:10,14). Por eso Jesús denunció a los líderes judíos como “hijos de aquellos que mataron a los profetas” (Mat 23:31), y exclamó, “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados” (23:37). A los perseguidos por causa del evangelio, Jesús les acordó que “así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mat. 5:11-12).

            Entonces, pues, ¿qué significa esta frase en Salmo 105:15? ¡Muy sencillo!  Que no debemos hacer violencia física contra los profetas de Dios, mucho menos matarlos.

            Todo esto no tiene que ver con nada más que la violencia física y para nada prohibe la crítica responsable o el dudar sanamente de pastores, profetas y otros líderes. No significa en absoluto que ellos sean intocables, a quienes hemos de rendir una obediencia ciega. No son Dios, ni dictadores, sino siervos del Señor, del evangelio y del rebaño. La citada frase sólo se refiere a la violencia física, no a alguna especie de autoridad al estilo del papa en Roma. Tal clericalismo autoritario es totalmente anti-bíblico y anti-pastoral. Criticar sanamente a los líderes no es un pecado sino un deber en Cristo de todo cristiano y cristiana.

            De hecho, según el Nuevo Testamento, todo creyente es un “ungido de Dios”, porque todos tenemos la unción del Espíritu Santo (I Juan 2:20,27; I Corintios 1:21-22). Precisamente eso es el sentido del día del Pentecostés. Por eso, Pablo exige que cuando alguien profetiza en la congregación, “que los demás juzguen” (I Cor 14:29). También, a los tesalonicenses, con referencia específica al don profético, les exhorta no apagar al Espíritu ni menospreciar las profecías, pero eso sí, “Examinadlo todo (¡incluso a los pastores y profetas!) y retened lo bueno” (y criticar, en amor, lo malo; I Tes 5:19-21).


De ahora en adelante mis amados, tengamos sumo cuidado de como usamos la Sagrada Escritura, jamás debe hacerse para beneficio personal, ni agregarle ni quitarle, si escudriñarla con responsabilidad y pidiendo a Dios que nos ministre por medio de ella y de su Santo Espíritu.

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